¿Y viviremos como conejos?
Aquí estamos para defender nuestra agua y nuestra tierra, no queremos que nos las quite el gobierno. ¿Qué le vamos a dejar a nuestros hijos? No nos han pedido nuestra opinión..., afirma una señora de Coronango, Puebla, durante una manifestación celebrada en la capital de ese estado el 10 de abril, para conmemorar un aniversario más de la muerte de Emiliano Zapata.
¡Zapata Vive, la Lucha sigue!, consigna gritada por varios centenares de campesinos aglutinados en el Movimiento de Pueblos Cholultecas, retumbó el centro histórico hasta llegar a Casa Aguayo, lugar donde despacha Mario Marín Torres, mejor conocido como el gober precioso.
Y es que la historia de despojo y explotación de recursos naturales resurge nuevamente en territorio poblano. Ya desde gobiernos anteriores, todos ellos priístas (Mariano Piña Olaya, 1987-1993; Manuel Bartlett Díaz, 1993-1999; Melquíades Morales, 1999-2005; Mario Marín Torres, 2005-2011), la transformación de los municipios y comunidades aledañas a la capital poblana es evidente. Estas han sido violentadas por el saqueo de recursos naturales y el cambio de uso de suelo agrícola para favorecer a empresas inmobiliarias.
Lo que anteriormente eran tierras ejidales donde se sembraban maíz, fríjol, calabaza y demás legumbres, ahora son ocupadas por grandes centro comerciales, universidades, fraccionamientos lujosos y un club de golf.
Don Cesáreo, recuerda que antes que llegara el aeropuerto, “la tienda Conasupo estaba llena de maíz, había maíz de sobra. Ahora la gente tiene que salir a comprar. El maíz es uno de los mejores que existe en la región. Nos han dicho que nuestra tierra es muy fértil. Nos han dicho especialistas de la Universidad de Chapingo que no hay mejor tierra que la de nosotros”. Y ahora a esa tierra le quieren cambiar el uso de suelo para favorecer a empresas inmobiliarias.
Maurilio Galeote Mixcóatl, miembro del Movimiento de Pueblos Cholultecas comentó que este “se constituye con el objeto de aglutinar todas las resistencia en la región por la defensa de la tierra, el agua y los recursos naturales, pues las luchas aisladas habían traído la derrota, la imposición de proyectos inmobiliarios, proyectos de desarrollos turísticos, saqueo del agua, generando un problema social para las comunidades”.
De esta forma reúnen a pobladores de Tlaxcalancingo, Ocotlán, Cuautlancingo, Coronango, Cacalotepec, Cuanalá, Nextetelco, Tlaltenango, Zoquiapan, Colonia Emiliano Zapata y Concepción la Cruz, todos unidos por una misma causa: la defensa en colectivo por los recursos que ellos ven de propiedad comunal.
Una de sus victorias más recientes fue la clausura de la excavación de pozos en San Francisco Ocotlán. Berta Espinoza, afirma que fue en el 2006 cuando el gobierno del estado de Puebla pretende perforar seis pozos en esta comunidad, con el pretexto de traer el agua a las colonias populares de la capital, sin embargo se inconformaron, pues ya desde el gobierno de Manuel Bartlett, se habían perforado cinco pozos, convenciendo a la gente de ello con engaños.
“Tenemos un convenio que dice que si les dejaban sacar el agua de las comunidades les iban a dejar dos pozos profundos para que la gente se abasteciera, prometieron meter la red de agua potable y que iban a pavimentar unas calles y poner drenaje, y no hicieron nada. Firmaron el convenio y no hicieron nada. Cuando termina la etapa del gobierno de Bartlett y entra Melquíades Morales, desconoce la promesa de hacer esas obras”, afirmó.
Tras investigar, habitantes de Ocotlán descubren que esa agua, que en un principio era para las colonias populares tiene otro destino. “De esos seis pozos, el agua de tres de ellos, se utiliza para el fraccionamiento La Vista Country Club y para el Club de Golf. Ahí nos dimos cuenta que no se la estaban dando a las colonias pobres, sino que se la estaban dando a la gente de dinero que tiene la oportunidad de obtener ese recurso, de embotellarla y regresárnosla para que nosotros la compremos. A ellos se la regalan para que nos la vendan”, señaló Berta Espinoza.
San Francisco Ocotlán, con una población de 16,800 habitantes, subsiste con pozos artesanales que en la actualidad están secos, por lo cual tienen que comprar el agua o acarrearla desde lugares lejanos. Habitantes afirman que gobierno del estado les ha negado la concesión para perforar pozos que beneficien directamente a la población. “Se nos hace injusto que el gobierno pretenda sacar agua de nuestras comunidades mientras nosotros no la tenemos”.
¡Marín, entiende, el agua no se vende!, ¡Marín, entiende, la tierra no se vende!..., La manifestación camina por toda la calle Reforma. Una mujer, joven ella, cubriéndose apenas del sol con una gorra. En su rostro la indignación y la lucha se trenzan en un solo gesto. Ella es de Coronango, el nuevo objetivo del saqueo. El reportero pregunta el motivo de su participación en esta marcha: “Estamos defendiendo a nuestro pueblo porque nos quieren saquear el agua y las tierras, las quieren vender y no nos dicen nada. Por eso estamos exigiéndole al gobierno. ¿Por qué rasca pozos sin autorización del pueblo? Deben consultar al pueblo, no nada mas de sus calzones hacer las cosas, para eso esta el pueblo y el pueblo va a defender hasta lo más que se pueda”, sentencia y sigue caminando.
En Coronango se perforan en la actualidad dos pozos para sacar agua de manera ilegal. Sus habitantes exigen la clausura de las excavaciones o tendrán que hacerlo ellos mismos. Además piden se investigue a las empresas que perforan de manera ilegal, así como a quién les dio autorización. Quieren que ese pozo pase a ser de la comunidad.
Por el altoparlante se escucha: “No estamos dispuestos a permitir que se nos impongan más proyectos sin consulta a las comunidades, más proyectos donde se aniquilan raíces y costumbres y se despoja de la tierra y del agua. Que quede claro para el gobierno. No permitiremos ni un proyecto más. Ya estamos organizados. No estamos en contra del desarrollo, pero sí que se experimente en las comunidades con sus proyectos. Estamos hartos de ver a esos depredadores inmobiliarios entregar nuestra tierra y nuestra agua, como depredan nuestra naturaleza y recursos naturales. Que quede claro, los recursos no son del gobierno, no son de los especuladores, ni de los capitalistas, ni de los inversionistas. Los recursos son por naturaleza de todos nosotros, no tienen precio y no vamos a permitir un atropello más”, es el pueblo quien al escuchar esto asiente.
¡Si Zapata viviera, que chinga les pusiera!, ¡Si Zapata viviera, con nosotros estuviera!. Y si no físicamente, sí lo está en su lucha y su dignidad. Es el cambio de uso de suelo de la tierra agrícola la que genera conflictos en comunidades campesinas. La especulación en Juan C. Bonilla es para apoderarse de miles de metros cuadrados de tierras de cultivo.
La misma historia en San Francisco Ocotlán. Sus habitantes explican: “Hoy estamos inconformes porque entran empresas trasnacionales a construir casas. Hay un proyecto para construir 600,000 casas. 2500 ya están hechas, ya están en servicio. Hoy regresan con un proyecto millonario a nuestro pueblo donde van a acabar con las tierras de uso agrícola, entonces nuestra inconformidad es esa, que el gobierno entienda que debe de normar esas fraccionadoras que acaban con el campo y con el agua”.
Los métodos para apoderarse de las tierras son muy claros: presionar a los campesinos para vender, si no lo hacen cercan los terrenos y los amenazan. Se aprovechan de la ignorancia de la gente para actuar de esta manera. Las tierras las compran en $80 pesos el metro cuadrado, muchas hectáreas. Miles y miles de metros cuadrados a muy bajo precio que luego revenden en dólares. Bueno el negocio, sólo para unos cuantos.
Parte del engaño para lograr la venta pacífica es la promesa de traer industria que generaría empleo en la zona, sin embargo, la experiencia de campesinos que por circunstancias de la vida han tenido que trabajar de obreros recuerdan: “No es justo que nos hagan eso, de que sirve que nos vayamos a trabajar de obreros si nos tenían trabajando de lunes a domingo, y cuando nos agarrábamos un día de descanso venían los castigos y teníamos que producir más y más y más y cuando no producíamos, allí estábamos como los animales con el chicote: jálale, órale o te vas”.
El porqué conservar la tierra es claro, tanto como el agua: “Nos engañan con los pretextos para tener trabajo, pero ¿Cuándo vamos a poder? Que nos las quieren comprar en un millón, pero ahora las casas cuestan un millón. El dinero se acaba y no tenemos vida y habiendo la tierra que es productiva tenemos maíz, tenemos frutas, tenemos legumbres y no tenemos porque ir a comprar a las tiendas que ni nos alcanza. No vamos a poder comprar y ahora sí vamos a caer en manos de ellos, y ahora sí, sin dinero nos veremos obligados a vender nuestras tierras para que comamos. ¿Qué vamos a dejar para las futuras generaciones? Pura lástima, vivir ahora sí, como dicen, como conejos”.
“Esta política no sólo está en Puebla, en Cholula, sino en todo el país. Lo que planteamos nosotros es no permitir más la imposición de desarrollos turísticos que ni siquiera mexicanos son. La mayoría de estos complejos son extranjeros, que vienen a experimentar con nuestros territorios y con nuestros pueblos. Lo que nosotros queremos decirle al país y a nuestros compañeros campesinos, que no estamos en contra del desarrollo, sí nos oponemos a que nos quieran imponer proyectos sin tomarnos en cuenta. Los pueblos debemos participar en cómo queremos desarrollarnos, donde se tome en cuenta nuestra vida comunitaria, nuestras costumbres, nuestras raíces y sin aniquilarnos culturalmente”, concluye Maurilio Galeote Mixcóatl.
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